lunes, 4 de junio de 2012
Diferentes puntos de vista I
El sonido a plástico frágil removiendose, olor a roto, a..... a roto, no había otra palabra. A papel pulverizado.
A oscuras sólo podía orientarse por el olor y el sonido, no se atrevía a tocar a nada que no fuera él mismo.
Terror. Terror a lo que estuviese pasando allí dentro. Pero aún más terror a lo que se oía desde fuera. ¡Dale fuerte! ¡Dale! ¡Más a la derecha! ¡Pero coge bien el palo, imbécil! ¡Ahí!
Y el griterío infantil que vino después del golpe y la luz y el dolor y el quebrar de caramelos en el suelo.
Piñata lo llaman. Tirado en el suelo con medio cuerpo desparramado sobre el linóleo, aquella palabra casi le hacía gracia.
Casi.
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