domingo, 10 de junio de 2012

Confesiones de la lectura cotidiana

Estoy leyendo. En la cama, en la calle esperando al autobus, en el metro, encorvada con la vista fija en las palabras sin apenas darme cuenta de dónde estoy. Leo y me enamoro del personaje principal, de los detalles que lo forman, de que se acueste pensando en tonterias. Me enamoro de él aun sabiendo que no existe. Nada, sólo era eso. No hay final truculento para hoy. Sólo el eterno amor no correspondido a los grandes personajes de ficción.

lunes, 4 de junio de 2012

Diferentes puntos de vista I

El sonido a plástico frágil removiendose, olor a roto, a..... a roto, no había otra palabra. A papel pulverizado. A oscuras sólo podía orientarse por el olor y el sonido, no se atrevía a tocar a nada que no fuera él mismo. Terror. Terror a lo que estuviese pasando allí dentro. Pero aún más terror a lo que se oía desde fuera. ¡Dale fuerte! ¡Dale! ¡Más a la derecha! ¡Pero coge bien el palo, imbécil! ¡Ahí! Y el griterío infantil que vino después del golpe y la luz y el dolor y el quebrar de caramelos en el suelo. Piñata lo llaman. Tirado en el suelo con medio cuerpo desparramado sobre el linóleo, aquella palabra casi le hacía gracia. Casi.