domingo, 10 de junio de 2012
Confesiones de la lectura cotidiana
Estoy leyendo. En la cama, en la calle esperando al autobus, en el metro, encorvada con la vista fija en las palabras sin apenas darme cuenta de dónde estoy.
Leo y me enamoro del personaje principal, de los detalles que lo forman, de que se acueste pensando en tonterias.
Me enamoro de él aun sabiendo que no existe.
Nada, sólo era eso.
No hay final truculento para hoy. Sólo el eterno amor no correspondido a los grandes personajes de ficción.
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