domingo, 25 de octubre de 2009

Dios creó también a las piedras de la calle

Trataba de mirar hacia atrás pero el viento le daba de lado y el pelo le tapaba la cara. Era imposible que aún la estuviese siguiendo. Dejó de correr y sólo alcanzaba a oir su propia respiración, el corazón dandole golpes en la cabeza en compases regulares. Una piedra fue suficiente para rozar el suelo con la rodilla y la sangre empezó a pasear pierna abajo.
Estaba perdida.
Él la olería desde la oscuridad y correr ya no serviría de nada.
Esperó sentada en el suelo y cuando notó la segunda respiración miró esos vacíos ojos grises.
Los ojos le miraban desde el otro lado de la calle y se notaba que sonreían.
Estaba perdida.

2 comentarios:

  1. ahhhh
    la etiqueta es la que me ha dicho que era un vampiro! jajaja
    mmhhh
    me ha gustado, sobre todo lo de que la sangre "pasee pierna abajo", es una imagen muy...interesante
    jeje

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  2. El viento le abofeteaba con el aroma de su huida exalando un atrápala que lo mantenia tras ella. Pronto: galope, trote, paso y el eco de sus tacones murio matando el rastro.
    La angustia de la pérdida le empujaba hacia ninguna parte.
    De repente, la piedra rompio el silencio y aquel olor, aquel olor otra vez, le hizo sentirse vivo de nuevo.
    El resto fue confuso, como la propia vida, hasta que el corazon se paró y la oscuridad tapo el llanto.

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