martes, 13 de octubre de 2009

Un paseo de domingo

Paseaba entre la niebla, sin ver más allá de la punta de sus dedos. No le importaba.
Silvaba para romper el silencio clautrofóbico de su vida, pero no le salía el aire. No le importaba.
Cayó al suelo y sus rodillas se tiñeron de un rojo enfermizo que delataba su verdadera naturaleza. Se limpió con la niebla y el paraje se volvió aterrador. Arboles oscuros que la miraban desde arriba.
Uno de ellos le gritó
-¡¿POR QUÉ LIMPIAS TU TRAICIÓN CON NUESTRO ALIENTO?!
La chica le pegó una patada al tronco y se fué corriendo a su cabaña de los Transformers.

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