Tumbado en la cama trataba de ignorar los ruidos que venían de la habitación de al lado. El viejo respiraba pesadamente mientras desde el habitáculo contiguo, ella se fumaba el poco aire que quedaba y el ruido era ensordecedor. Se tapó aún más con la manta, pero las pezuñas de la criatura chocaban sin cesar contra la astillada madera de la puerta que los separaba. Aquella presencia era un veneno nocturno que le infectaba con cada latido.
La oscuridad lamía sus ojos y las paredes se lanzaban contra él hasta que le dejaron preso en el espacio de un ataúd ocupado. Se levantó y sin saber cómo, el horror le agarrotó los dedos sobre el pomo de aquella puerta infernal, que se abrió sin su permiso.
Se atrevió a mirarla por fin, y al ver sus dulces ojos azules no pudo contenerse más. Se acercó a la niña alargando los brazos y rompió su precioso y diminuto cuello.
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Este microrelato de "terror" no ha ganado ningún premio xD
sábado, 16 de enero de 2010
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Pero está tan bien escrito¡¡¡¡
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