sábado, 5 de junio de 2010

Carrera de fondo.

Le perseguían. Podía oir con perfecta claridad sus pesadas respiraciones detrás de sí, a unos 30 metros.
Cada vez más cerca, cada vez más frios.
Miraba a un punto en el horizonte, una luz que alguien se dejó encendida sin querer.
Cada vez más cerca, cada vez más sedientos.
Se asustó cuando notó que la vista se le nublaba, cerró los párpados fuertemente para que cayeran las gotas y al abrirlos pudo ver de nuevo.
Cada vez más cerca, cada vez más fuertes.
Se daba con los talones en la parte trasera de los muslos y sentía cómo a la mañana siguiente le saldrían cardenales. Si es que había mañana siguiente.
Cada vez más cerca, cada vez con los brazos más estirados.
Sentía la garganta tan seca como las hojas de otoño al caer sobre el asfalto, tan seca que casi no podía respirar. Ahora no sólo oía cómo rozaban su pelo, podía oler sus alientos.
Cada vez más cerca, cada vez má

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