martes, 26 de octubre de 2010

Halloween

Se acercaba Halloween y Maryann quería disfrazarse de caperucita roja, así podría acompañar a sus amigas a la fiesta de la Gran Plaza. Recordaba que de pequeña siembre llevaba un lazo rojo que le recogía el pelo. ¿Dónde lo habría dejado?
Abrió con prisas todos los cajones de su cuarto y algo rojo llamó su atención en el fondo del cesto de los calcetines. Estaba algo polvoriento, pero serviría. Cortó una parte que estaba demasiado arrugada y la olvidó bajo la cama, cerca de la pelusa que llevaba viviendo allí 4 o 5 meses.
Una vez en el suelo y pasados 3 días, el pequeño retal rojo se levantó y se acercó a la ventana para irse y nunca volver. Pero al llegar al dobladillo de la cortina algo le saludó.
Era Phill, eso que vive en la sobra que se forma debajo de tu ventana cuando se hace de noche. Phill.
Ahora ya no tendría que irse lejos. El lazo y Phill conseguirían vengarse antes de que la estúpida de Maryann pusiera un pie sobre el suelo. Solo que ahora tendría que cambiar de nombre.
Phill y Murphy se acercaron a los tobillos de Maryann.
La niña tuvo el tiempo justo de rascarse en sueños.
Nada más.